La de hoy es una historia cercana, familiar, romántica...¡mi sobrina dio el sí en el registro civil!
Cuántos recuerdos de su niñez venían a mi mente mientras me preparaba para el casamiento ante la ley, entre ellos, cuando jugábamos a las cocineras.
También las sorpresas que me gustaba darle cuando venía a visitarnos, como la torta con forma de barco que le hice siguiendo las instrucciones de un recetario.
Hace más de veinte años saqué la foto de este barquito, que si bien es muy simple de hacer, y no me quedó como una obra de arte, es el único registro de aquellos tiempos en los cuales las dos comenzamos a compartir una pasión común: disfrutar el arte de cocinar.
Cuando buscaba la foto para mostrarla en el blog, pensaba que somos como barcas surcando el mar de la vida. Atravesamos tramos calmos y otras veces tormentosos, noches estrelladas y algunas densamente oscuras, a punto de naufragar o embelesados con la vista de la bahía cercana.
¿Quién está al mando de la travesía? Podés dirigirla vos o permitir que Jesús sea el capitán de la embarcación. Si permitís que la Biblia sea la brújula que indique tu norte y aceptás su guía, con total garantía podrás llegar a un buen puerto.
¿Tenés ganas de hacer uno? Mirá el esquema (estoy aprendiendo y quedó re-chiquitooooo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario