Estos días comienza a respirarse una atmósfera de Semana Santa, ves los
supermercados llenos de ofertas de huevos de Pascua de variadas marcas,
tamaños, ingredientes; las panaderías y confiterías ofrecen sus especialidades
en Roscas de Pascua.
Lo que me llama la atención es que siendo Uruguay el país que más
nombres pintorescos le otorga a esta semana, use el término Pascua para lo que
es una tradición gastronómica: los huevos de chocolate y las roscas. Para lo
demás la llaman semana criolla, semana de la cerveza, semana de la vuelta
ciclista, semana de turismo.
El hecho de no llamarla por lo que se conmemora, no quita la realidad de
lo sucedido hace más de 2.000 años atrás para los cristianos y hace más de 5.000
años para los judíos.
La Pascua judía rememora la noche cuando los israelitas dejan de ser
esclavos en Egipto liderados por Moisés: la sangre de un cordero perfecto,
ofrecido como un sacrificio, puesta alrededor de las puertas de las casas salvó
de la muerte al primogénito de cada familia. La Pascua cristiana recuerda la
tarde en que Jesús se ofreció como un sacrificio, muriendo en la cruz y con su
sangre derramada allí salva de la separación eterna de Dios, la muerte
espiritual, a todo aquel que le pida ser salvo.
Para entender mejor lo que como cristianos recordamos en esos días, iré
posteando algunas reflexiones acerca de la Semana Santa mientras te comparto
algunas recetas propias de esta fecha.
Por lo pronto ya te dejo una que además de fácil, económica y rica es
divertida de elaborar. Lleva largos períodos de leudado, lo cual te permitirá
hacer otras cosas mientras tanto y eso sería la única dificultad, ¡lo cual en
realidad, no lo es!
ROSQUITAS
DE PASCUA
(11
rosquitas aprox.)
PROCESAR
2 tazas y media de harina
50 g de manteca
1/4 taza de azúcar
15 g de levadura fresca (1 terrón)
1 huevo
100 ml de leche
½ cucharadita de vainilla
½ cucharadita de sal
Podés amasar si no tenés procesadora o batidora para masas. Cuando te quede esta consistencia ya está para continuar el proceso
Poner en un bol, tapado con rolopac o paño por dos horas
para que leude.
Demora ese tiempo para que esté al doble de su tamaño y cuando al hundir un dedo te queda el agujero.
Cortar la masa en porciones de 50 g.
Si no tenés balanza, para que te des una idea del tamaño, te muestro un bollito al lado de un huevo. Es importante que te queden del mismo tamaño para que la cocción sea pareja.
Una vez prontos los bollitos (me salieron 11)
Estirás la masa y no es necesario espolvorear con harina ya que no se pega a la mesada.
Te muestro una forma que cuando la vi en las redes me encantó y la probé hacer con las rosquitas y de verdad que es super entretenido.
Primero, si las querés hacer rellenas ponés un poco del relleno en un borde . Yo hice un puré con el dulce de membrillo.
Lo vas enrollando hasta llegar a la mitad del círculo y un poco más. La parte restante la cortás en tiras como ves en la foto.
Cada tira hacés que dé la vuelta al rollo y hasta le podés hacer una vueltita (como un pliegue)
Armás las rosquitas
o podés dejar el rollo tal cual
Colocar cada rosca en asadera cubierta con papel de horno o plancha de
silicona. Viste que hay un poco de separación entre ellas, porque al cocinar crecen un poco.
Dejar leudar por una hora.
Pintar con huevo batido y si se desea cubrir con azúcar.
Horneás a 180° ó 190°, cuando empieza a despedir el aroma de masa cocida, es momento de fijarte si está doradita y la base cocida. Si está pronto lo retirás
Quedan muy tiernas y esponjosas para comer en el día. Si te sobran, los días siguientes antes de comerlas dales un golpecito de horno para que recobren lo tierno de la masa recién hecha.
Las podés congelar y descongelar a temperatura ambiente y siempre recordá ese golpecito de horno para volverlas al estado original.
Que al hacerlas puedas divertirte y luego presentar con amor esa delicia a familia y amigos.
Que te queden ricas y puedas repetirlas en cualquier momento del año
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