lunes, 25 de enero de 2016

Omelette frutado

El placer de experimentar sabores, texturas, colores, aromas en la comida...es algo con lo que se nace o se puede aprender. Aunque en mi caso fue más por amor propio; mi único hermano de chiquito comía todo lo que se le ponía delante y yo era más mañera. Que el pop parecía muelas picadas, la tangerina era más rica sin el hollejo, el helado me daba electricidad en las paletas y así podría seguir la lista.
Hasta que un día decidí que ya era momento de empezar a comer como una nena grande. Cuando empezaba con los "no me gusta" mis padres con paciencia me acompañaban en el proceso de cambio. Antes, durante y después de San Valentín, apliquemos este consejo que mis padres usaron conmigo en esa etapa: "Un amigo no juzga y no critica, nos acepta, escucha y acompaña. No nos controla, manipula o condiciona, simplemente nos levanta si tropezamos." (Sixto Porras)
Cuando leemos la Biblia, nuestro alimento espiritual, podemos encontrarnos con porciones que no nos apetecen tanto como lo hacen las promesas, las palabras de consuelo, o las expresiones de alabanza.  Al probar exhortaciones, mandamientos, correcciones, o prohibiciones de cosas que nos atraen...aparece el niño mañero que tenemos adentro y se nos va el apetito. Es tiempo de actuar con madurez, es tiempo de decidir dejar de ser un niño en Cristo y probar comida fuerte.
De paso te propongo un omelette frutado, acaramelado, con texturas y sabores variados, a mí me encantó.

En el fondo de una sartén colocar trozos de:
Podés cortar la fruta con forma de corazón
Ananá
Mango
Manzana Grand Smith
Jugo de naranja
Azúcar para caramelizar la fruta

Una vez que está caramelizado agregar:
Huevo
Jamón
Queso que se funda
Perejil bien picado

Cocinar y dar vuelta como cualquier otro omelette, emplatar y a comer!
Ojalá te guste también.





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