sábado, 7 de mayo de 2016

Tortitas de bananas y avena= Desayuno vigorizante


En algún momento de tu vida te habrás preguntado para qué estás en la tierra. Cuál es el sentido de tu vida. Habrás sentido la necesidad profunda de que alguien te responda esa pregunta y te enseñe a proyectar tu vida con un sentido mayor que el que es común a todos los hombres... tener un trabajo, formar una familia, practicar algo que te guste, sentirte útil. Jesús es el maestro que puede responder tus interrogantes y enseñarte cuál es el propósito para el cual fuiste creado. Un maestro tiene discípulos. Jesús, el maestro por excelencia, tuvo miles de ellos y a lo largo de la historia hasta el presente, por la influencia de  sus doce más cercanos, sus seguidores suman millones de millones.
¿Qué vio en aquellos doce hombres elegidos para que a través de sus vidas las enseñanzas de Jesús se propagaran potencialmente a través de los siglos?
Estudiar la vida de sus discípulos tiene su encanto porque representan tipos de personalidad que nos resultan familiares, son como cualquiera de nosotros.
Trabajadores, con una familia a su cuidado, con amigos, enemigos, con intereses espirituales, con dudas, temores, decididos, tímidos, atropellados, reflexivos, cínicos, calculadores, prejuiciosos y podríamos continuar enumerando lo que nos hace fácil la identificación con ellos.
El grupo de discípulos era muy heterogéneo y vemos que no sobresalían por nada en especial a no ser que no eran poderosos, socialmente no tenían una posición destacada, no eran de la capital, les faltaba formación teológica y no eran líderes dentro del judaísmo.
De ellos, como de nosotros se puede decir lo expresado por San Pablo que Dios eligió a los que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia.
Para pensar:
“No buscó hombres extraordinarios, sino hombres ordinarios que pudieran hacer las cosas corrientes de manera extraordinaria”.
“Los escogió no sólo por quienes eran sino por el potencial particular que los haría llegar muy lejos bajo su influencia y su poder”.  
Si lo hizo con ellos, lo puede hacer también a través de vos y de mí. En los sucesivos días podemos estar leyendo sobre algunos aspectos de la vida de cada uno de los 12, ¿qué te parece la idea? Podés responderme y me pondría muy contenta por eso.
Por hoy te dejo con esta introducción al tema, y también te comparto una receta para un desayuno vigorizante.
TORTITAS DE BANANA Y AVENA
2 panqueques
1 Banana
5 cucharadas soperas de avena
5 cucharadas soperas de leche
1 huevo
Introducir  los ingredientes en el vaso de la batidora y batir hasta que todo esté bien integrado y quede una mezcla un poco espesa. 
Yo usé el mixer. 
Poner al fuego una sartén antiadherente untada con un poco de aceite de oliva o spray vegetal.
Verter un poco de mezcla en el centro de la sartén y cocinar a fuego medio por ambos lados.
Cuando esté cocido de los dos lados, retirar y podés comerlo tanto caliente como frío, quedan muy ricos de ambas maneras, aunque en lo personal me encantan tibios.
Acompañar con queso crema, mermelada, chocolate, o comerlos solos.


 En este desayuno, le puse queso crema magro y mermelada de higos reducida en calorías, ¡una delicia! Ojalá te tientes y lo pruebes, me quedé pensando que tal vez con manzanas u otras frutas de tu preferencia queden muy sabrosos también.

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