lunes, 5 de diciembre de 2016

Torta de flan

En post anteriores estuvimos considerando a la verdadera Navidad y a la Navidad que los medios y el consumismo nos ofrecen.
No está mal que la celebremos, pues es una fiesta, es el cumpleaños de Jesús. Así que adornar tu casa, comprar y recibir los regalos, preparar una cena especial, reunirte con la familia y amigos es todo parte de la alegría que nos brindan las celebraciones.
El asunto es que el homenajeado esté presente, que lo recibas en tu casa, que le abras tu corazón y permitas que él te llene de su presencia.
La historia del nacimiento de Jesús menciona que el emperador de Roma, Augusto, mandó hacer un censo y cada uno debía ir a la ciudad o pueblo de donde era su familia. José era de la familia de David y como vivía en Nazaret tuvo que ir hacia Belén para ser censado. María, su esposa estaba embarazada y lo acompañó en un viaje que seguramente fue incómodo para ella. Cuando  llegaron a Belén, María ya estaba a punto de dar a luz y como era tanta la gente que se trasladó por el censo no hubo manera de encontrar un lugar para hospedarse. ¡Cuántas veces habrán escuchado decir: "No tengo lugar"!
Parece que alguien tuvo lástima de ellos y les ofreció quedarse en el establo en medio de los animales. ¡Si esas personas que dijeron "No" y el que ofreció su establo hubieran sabido quiénes le pedían hospedaje digno y quién era el bebé que iba a nacer...hubieran hecho un lugar en su casa!
Que en esta Navidad cuando abras la puerta a tus invitados, no dejes a Jesús afuera. Que en tu mesa haya un lugar para él. Que al momento de intercambiar regalos recuerdes que el homenajeado es él y espera su regalo.
¿Qué regalarle? Lo primero es regalarle tu corazón así como está, desaliñado, sucio, dolorido, no importa, él es especialista en componerlo. Tu corazón  es lo que él ama, valora y le interesa.
Regalale tu gratitud, llegaste a otra Navidad porque él te dio la vida y todo para que la puedas celebrar.
Regalale tu confianza en él; confiar en Jesús en los momentos más difíciles es decir: Dios me ama, Dios piensa en mí, él lo sabe, él todo lo puede.
Regalale el primer lugar en tu  vida; que sea el primero en tus finanzas, intereses, relaciones, horarios, en todo.
Que en esta Navidad podamos decirle: Sí Jesús, tenés el mejor lugar en mi vida.
Sabés que el otro día tuve visitas y como postre preparé un clásico que mi tía María nos hacía cuando éramos chicos...una torta de flan, suave, fresca y rendidora.
TORTA DE FLAN

BIZCOCHUELO
BATIR BIEN
3 huevos
INCORPORAR DE A POCO Y BATIR          
1 taza de azúcar
6 cucharadas de agua
CERNIR Y AGREGAR EN 3 VECES

1 taza y 1/2 de harina
3 cucharaditas de polvo de hornear
Enmantecar una tortera de 24 cm o un molde de budín inglés o el molde que tengas y puedas desmoldar sin problemas la torta acabada.
Poner la masa y cocinar hasta que notes que está cocida y al pinchar con un palito éste salga seco.
Desmoldar y dejar que enfríe.
MIENTRAS TANTO:
1.       Lavá el molde en el que hiciste el bizcochuelo
2.       Prepará un caramelo con una taza de azúcar
3.       Extendé el caramelo hasta cubrir bien el molde
4.       Prepará un flan del gusto que quieras siguiendo las instrucciones del paquete (uso uno que se prepara con un litro de leche y es para 8 porciones)
5.       Colocá el bizcochuelo ya frío en el molde con la base sobre el caramelo, pues la base que queda lisita será la parte superior al desmoldar la torta de flan.
6.       Perforá la torta con un palito.
7.       Con un cucharón y con paciencia irás vertiendo sobre la torta fría el flan caliente.
Al principio absorberá rápido, pero luego más lentamente. Colocá todo el flan y esperá hasta que enfríe y lo ponés en la heladera para que cuaje totalmente.
Luego de unas horas ya estará pronto para que lo desmoldes (lo hago en la noche y lo desmoldo en la mañana)

NOTA: Podés hacerlo sin el caramelo y te quedará rico también.
Te animo a probarlo y que tenga éxito en tu mesa...¡buen provecho!


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