En post anteriores estuvimos considerando a la verdadera Navidad y a
la Navidad que los medios y el consumismo nos ofrecen.
No está mal que la celebremos, pues es una fiesta, es el cumpleaños de
Jesús. Así que adornar tu casa, comprar y recibir los regalos, preparar una
cena especial, reunirte con la familia y amigos es todo parte de la alegría que
nos brindan las celebraciones.
El asunto es que el homenajeado esté presente, que lo recibas en tu
casa, que le abras tu corazón y permitas que él te llene de su presencia.
La historia del nacimiento de Jesús menciona que el emperador de Roma,
Augusto, mandó hacer un censo y cada uno debía ir a la ciudad o pueblo de donde
era su familia. José era de la familia de David y como vivía en Nazaret tuvo
que ir hacia Belén para ser censado. María, su esposa estaba embarazada y lo
acompañó en un viaje que seguramente fue incómodo para ella. Cuando llegaron a Belén, María ya estaba a punto de
dar a luz y como era tanta la gente que se trasladó por el censo no hubo manera
de encontrar un lugar para hospedarse. ¡Cuántas veces habrán escuchado decir: "No
tengo lugar"!
Parece que alguien tuvo lástima de ellos y les ofreció quedarse en el
establo en medio de los animales. ¡Si esas personas que dijeron "No"
y el que ofreció su establo hubieran sabido quiénes le pedían hospedaje digno y
quién era el bebé que iba a nacer...hubieran hecho un lugar en su casa!
Que en esta Navidad cuando abras la puerta a tus invitados, no dejes a
Jesús afuera. Que en tu mesa haya un lugar para él. Que al momento de
intercambiar regalos recuerdes que el homenajeado es él y espera su regalo.
¿Qué regalarle? Lo primero es regalarle tu corazón así como está, desaliñado,
sucio, dolorido, no importa, él es especialista en componerlo. Tu corazón es lo que él ama, valora y le interesa.
Regalale tu gratitud, llegaste a otra Navidad porque él te dio la vida
y todo para que la puedas celebrar.
Regalale tu confianza en él; confiar en Jesús en los momentos más
difíciles es decir: Dios me ama, Dios piensa en mí, él lo sabe, él todo lo
puede.
Regalale el primer lugar en tu
vida; que sea el primero en tus finanzas, intereses, relaciones,
horarios, en todo.
Que en esta Navidad podamos decirle: Sí Jesús, tenés el mejor lugar en
mi vida.
Sabés que el otro día tuve visitas y como postre preparé un clásico que
mi tía María nos hacía cuando éramos chicos...una torta de flan, suave, fresca
y rendidora.
TORTA DE FLAN
BIZCOCHUELO
BATIR BIEN
3 huevos
INCORPORAR DE A POCO Y BATIR
1 taza de
azúcar
6 cucharadas
de agua
CERNIR Y AGREGAR EN 3 VECES
1 taza y 1/2
de harina
3
cucharaditas de polvo de hornear
Enmantecar una tortera de 24 cm o un molde de budín inglés o el molde
que tengas y puedas desmoldar sin problemas la torta acabada.
Poner la masa y cocinar hasta que notes que está cocida y al pinchar
con un palito éste salga seco.
Desmoldar y dejar que enfríe.
MIENTRAS TANTO:
1.
Lavá el molde en el que hiciste el bizcochuelo
2. Prepará
un caramelo con una taza de azúcar
3. Extendé
el caramelo hasta cubrir bien el molde
4. Prepará
un flan del gusto que quieras siguiendo las instrucciones del paquete (uso uno
que se prepara con un litro de leche y es para 8 porciones)
5. Colocá
el bizcochuelo ya frío en el molde con la base sobre el caramelo, pues la base
que queda lisita será la parte superior al desmoldar la torta de flan.
6. Perforá
la torta con un palito.
7.
Con un cucharón y con paciencia irás vertiendo
sobre la torta fría el flan caliente.
Al principio absorberá rápido, pero luego
más lentamente. Colocá todo el flan y esperá hasta que enfríe y lo ponés en la
heladera para que cuaje totalmente.
Luego de unas horas ya estará pronto para que lo desmoldes (lo hago en
la noche y lo desmoldo en la mañana)
NOTA: Podés hacerlo
sin el caramelo y te quedará rico también.
Te animo a probarlo y que tenga éxito en tu mesa...¡buen provecho!
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